Pequeños, siento no haber escrito demasiado. Mis condiciones personales no son buenas, estoy enferma y encima me agobian mucho en el instituto. Como es obvio, yo soy más importante que un simple blog que a saber quién me lee -si es que alguien lo hace completamente-.
Tenía pensadas varias entradas. La primera, una de mis historias de psicokillers. La segunda, una crítica a la gente idiota que no sigue los rasgos de un personaje de un libro para una película/serie. Pero no; voy a hablar del dolor.
El dolor... A mí me gusta el dolor. Bueno, realmente, me gusta tener heridas abiertas y grandes, o en su defecto, cicatrices. Tengo muchas por todo mi cuerpo. Tuve una época que me odiaba tantísimo a mí misma que llegué a odiar las cosas que más me gustan -ahora- de mí, es decir, las marcas de guerra de mi cuerpo. Quise quitármelas y por suerte no lo hice.
No me gusta tanto el dolor mental. Ese me cambia -es más, me ha cambiado- más que ninguna otra cosa de este mundo. Tampoco es de valientes tener "heridas" de dolor mental, ya que nadie puede verlas, admirarlas. Algunos halaban a aquellas personas que han sufrido, que tienen experiencias y son "fuertes". Pero eso no es así, no. Si sufres más te vuelves más débil, porque tienes miedo de que vuelva a pasar.
Lo que yo hago para "ser fuerte" es fingir. Fingir ser fuerte. Fingir que nada me importa. ¿Por qué? Porque las mentiras, al cabo de un tiempo, te las vas creyendo. Yo ya me las estoy creyendo, ¡y me encanta! Apenas sufro por aquella gente que no merece la pena; sólo por aquellas personas que están en, como poco, el segundo escalón de mi escala social. Su pérdida, su sufrimiento, es lo que a mí me "dolería", pero tampoco en exceso.
Estoy dejando de ser tan malditamente empática, por supervivencia. Porque no me viene bien sufrir por personas que ni siquiera saben de mi existencia. Soy comprensiva, y eso no lo quiero cambiar, me vendrá bien para mi futuro trabajo. Pero dejo de ser empática.
Dejo de guiarme por las leyes de la ética y la moral establecidas por la sociedad, y me guío por las mías propias. Dejé de cometer errores cuando supe que lo que yo hago no son errores, son experiencias.
Me voy del tema... Me refería, que la gente -al menos, la mayoría- no comprende que me guste el dolor. No comprenden por qué me hago heridas. No comprenden por qué no me las curo.
Me hago heridas porque me gusta, porque me hacen sentir fuerte. Es... difícil de explicar. Es como esos chicos -digo chicos porque a las mujeres no les gusta tener heridas- que se han hecho una herida enorme y la van exhibiendo por ahí en plan "eh, tío, mira qué macho soy; y todo esto sin llorar". Más o menos, es lo mismo. Sólo que yo no las voy mostrando por ahí -a no ser que sean lo suficientemente grandes o no me las haya hecho yo a posta-.
No me las curo porque me parece una pérdida de tiempo y una muestra de debilidad. Que yo sepa los hombres de las Cavernas no se curaban las heridas con pomadas mega super chachis que no te dejan ni heridas. Sí, seguro que usaban hierbas curativas -como el Aloe Vera- o su propia saliva; pero yo también uso eso. Es una muestra de debilidad curarse las heridas. Hacemos que nuestro cuerpo se acostumbre a cosas que no son normales, y así lo hacemos más débil y propicio a coger enfermedades diversas.
Esta entrada se ha extendido más de lo que me imaginaba, así que lo dejo aquí.
Si queréis saber algo más, comentad, contactad conmigo por ask o cosas así. Os dejo una foto que me ha inspirado para esta entrada. Un beso, pequeños.
¡AGUR!
Sería un placer para mí que esta foto sea de mi futura mano izquierda. |
2 comentarios:
Madre mía... Yo no me atrevería, es que saber que va a doler... Sí, soy una cobarde u.u De las pocas veces que me he "autolesionado", la verdad es que no ha dolido mucho, luego lo que me ha dado rabia es ir escondiéndolo. Y luego, (para mí) no sirve de nada, los problemas siguen ahí.
Respuesta a Anónimo.
Yo he hecho muchas locuras con este tema, y me arrepiento de pocas. Sencillamente, haz algo que puedas, quieras y no te traiga demasiadas consecuencias.
Las heridas se curan, se cicatrizan. El dolor es instantáneo y placentero.
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