martes, 27 de agosto de 2013

"El breviario del señor Tompkins" - George Gamow


   El sr. Tompkins volvía a su casa un día, muy cansado después de la larga jornada de trabajo en el banco, que estaba realizando un catastro. Al pasar por una taberna, decidió detenerse a tomar un vaso de cerveza. Al vaso siguieron otros, hasta que el sr. Tompkins empezó a sentirse mareado. Había al fondo una sala de billar, llena de hombres de mangas de camisa que jugaban en la mesa central.

   Recordó vagamente haber estado antes en el lugar, al que uno de sus compañeros de oficina lo había llevado para enseñarle a jugar. Se acercó a la mesa y empezó a mirar la partida. ¡Pero sucedía algo muy extraño! Un jugador puso una bola en la mesa y le dio con el taco. Al verla rodar, el sr. Tompkins advirtió con gran sorpresa que la bola empezaba a "desplazarse". No podía describir con otra palabra el extraño comportamiento de la bola, la cual, mientras recorría el tapete verde, se veía cada vez mas desleída, y perdía sus límites claros. Parecía que no era una sola bola la que rodaba por la mesa, sino muchas, que se penetraban parcialmente entre si. El sr. Tompkins había observado fenómenos análogos en otras ocasiones, pero ahora solo había tomado algo de cerveza y no veía la razón de que se le presentasen tan pronto. 

   -Bueno -pensó-, vamos a ver como choca esa bola pastosa con otra.

   El jugador que golpeó la bola era evidentemente un experto, pues esta choco de frente con otra, con la mayor precisión. Sonó un golpe seco y tanto la bola incidente como la golpeada (el sr. Tompkins no podía decidir con certeza cual era cual) se dispersaron "en todas direcciones". Era extraordinario en efecto: no se trataba ya de dos bolas, de aspecto más o menos difuminado, sino que se diría que una multitud de ellas -todas muy vagas y confusas- se desplegaban en un ángulo de 180 grados en torno a la dirección del impacto original. Parecía una onda peculiar que partiese del punto de la colisión.

   El sr. Tompkins notó, sin embargo, que por donde corrían más bolas era en la dirección del impacto.

   Dispersión de la onda S -dijo una voz familiar detrás de él, y el sr. Tompkins reconoció al profesor.

   -Así es -respondió el profesor-. ...lo que está usted observando es en realidad un fenómeno mecánico cuántico.

   -¡Ah, las matrices! -insinuó el sr. Tompkins con sorna.

   -O, mejor, la incertidumbre del movimiento -replicó el profesor-. El propietario de este billar ha reunido aquí varios objetos que padecen, valga la expresión, de "elefantiasis cuántica". Es claro que todos los cuerpos del universo están sometidos a leyes cuánticas, pero la llamada constante cuántica, que gobierna semejantes fenómenos, es muy pequeña: tiene nada menos que 27 ceros después del punto decimal. Pero para estas bolas, sin embargo, la constante es muchísimo mayor, próxima a la unidad; así puede usted contemplar fenómenos que la ciencia solo consiguió descubrir aplicando métodos de observación muy sensibles y rebuscados -al llegar a este punto el profesor se quedo unos instantes reflexionando.

   -No es mi intención criticar -siguió diciendo-, pero quisiera saber de donde salieron estas bolas. Estrictamente hablando, no pueden existir en nuestro mundo, por que todos los cuerpos comprendidos en él poseen la misma constante cuántica muy pequeña.

   -A lo mejor las trajeron de otro mundo -propuso el sr. Tompkins. Pero el profesor no quedó conforme y siguió con aire suspicaz.

   -Habrá notado usted -prosiguió- que las bolas "se despliegan". O sea que su posición sobre la mesa no es del todo definida. En realidad, es imposible señalar exactamente la posición de una bola: lo más que puede decirse es que determinada bola está "aquí en su mayor parte" y "el resto en otros lugares".

   -Lo cual es extrañísimo -murmuró el sr. Tompkins.

   -Por el contrario -insistió el profesor-, es de lo más natural, puesto que lo mismo sucede en todo momento a cualquier cuerpo material. Lo que pasa es que, a causa del pequeño valor de la constante cuántica y la tosquedad de los métodos de observación, la gente no advierte la incertidumbre, lo cual lleva a la errónea conclusión de que la velocidad y la posición son magnitudes definidas. En realidad, ambas son indefinidas hasta cierto punto, y al definir una con precisión creciente, la otra se "dispersa" cada vez más, haciéndose mas incierta. Precisamente es la constante cuántica la que gobierna la relación entre estas dos incertidumbres. Mire usted: voy a poner límites a la posición de esta bola, encerrándola en un triángulo de madera.

   En cuanto la bola quedó encerrada, la superficie interior del triángulo se lleno enteramente con el lustre del marfil.

   -¡Vea! -dijo el profesor-. Definí la posición de la bola limitándola a las dimensiones del triángulo, sólo unos cuantos centímetros. Y esa conduce a una considerable incertidumbre en la velocidad. La bola se está moviendo muy de prisa dentro del triángulo.

   -¿Es posible detenerla? -preguntó el sr. Tompkins.

   -No. Sería físicamente imposible. Cualquier cuerpo en un espacio limitado posee cierto movimiento: el "movimiento del punto cero", como decimos los físicos. Es el caso, por ejemplo, del movimiento de los electrones en cualquier átomo.

   El sr. Tompkins contemplaba agitarse la bola en su encierro, como un tigre enjaulado, cuando sucedió algo inesperado: la bola se "escapó" a través de la pared del triángulo, y un instante después corría hacia la esquina opuesta de la mesa. Lo raro del caso es que no saltó sobre la pared de madera, sino que la atravesó, sin levantarse de la mesa.

   -Ahí tiene -dijo el sr.Tompkins-. Su "movimiento del punto cero" se ha escapado. ¿También está eso en las reglas?

   -No faltaría más. Se trata, es verdad, de una de las consecuencias más interesantes de la teoría cuántica. Es imposible mantener un objeto encerrado mientras tenga energía suficiente para correr después de atravesar la pared. Siempre acabara por "escaparse".

   -Entonces no volveré jamás al zoológico -dijo el sr. Tompkins con decisión, mientras su vivida imaginación le presentaba un cuadro aterrador de tigres y leones "cruzando" las paredes de sus jaulas. Y en seguida sus pensamientos tomaron otro rumbo: se imagino un coche, perfectamente resguardado en un garaje, saliendo por la pared, como un viejo fantasma medieval.

  -¿Cuánto tiempo tendría que esperar para que un coche de acero ordinario (no de la materia de estas bolas) "atravesara", digamos, la pared de un garaje de ladrillo? -pregunto al profesor-. ¡Me encantaría verlo!

   El profesor hizo algunos rápidos cálculos mentales y respondió al fin:

   -Aproximadamente harían falta digamos unos 1.000.000.000.000.000 de años.

   El sr. Tompkins estaba acostumbrado a las grandes cifras de las cuentas bancarias, pero perdió el número de ceros mencionados por el profesor. En cualquier caso, bastaban para no tener que preocuparse por la huida del coche.

   -Supongamos que me creo todo lo que usted dice. No puedo concebir, sin embargo, cómo podrían observarse estas cosas sin las bolas que tenemos aquí.

   -Objeción muy razonable- admitió el profesor-. No he tenido la intención de decir que los fenómenos cuánticos pudieran observarse en los grandes objetos que manejamos en la vida ordinaria. Lo que pasa es que los efectos de las leyes cuánticas son mucho más apreciables en las masas diminutas, como los átomos y electrones. En estas partículas los efectos cuánticos son tan importantes, que la mecánica corriente resulta del todo inaplicable. La colisión entre dos átomos se parece muchísimo al choque de las bolas que vimos hace un momento, y el movimiento de los electrones de un átomo corresponde de cerca al "movimiento del punto cero" que mostraba la bola de billar cuando la encerré en el triángulo de madera.

   -¿Y los átomos escapan del garaje muy a menudo?

   -Sí, por cierto. Indudablemente usted habrá oído hablar de los cuerpos radiactivos, cuyos átomos se desintegran espontáneamente, emitiendo partículas velocísimas. Un átomo así, o mejor dicho, su parte central, el núcleo, es análogo a un garaje lleno de coches, o sea partículas. Y esas partículas escapan atravesando las paredes del núcleo; a veces no están dentro ni un segundo. ¡En semejantes núcleos los fenómenos cuánticos están verdaderamente a la orden del día!

   El sr. Tompkins, cansado de esta larga exposición, miraba distraídamente a su alrededor. Un gran reloj colocado en un rincón atrajo su atención. El largo y anticuado péndulo oscilaba sosegadamente de izquierda a derecha.

    -Veo que le interesa el reloj -intervino el profesor-. Es otro mecanismo no del todo corriente, pero hoy en día esta pasado de moda. Este reloj da una idea de como se describían al principio los fenómenos cuánticos. El péndulo esta dispuesto de tal forma que su amplitud sólo puede recibir incrementos finitos. Pero actualmente todos los relojeros prefieren los péndulos patentados, de despliegue.

    -Como me gustaría entender estas cosas tan complicadas -suspiró el sr. Tompkins.

   -Muy bien -repuso el profesor- yo entré en esta taberna por que lo vi a usted por la ventana cuando me dirigía a dictar mi conferencia sobre la teoría cuántica. Ya no puedo quedarme más tiempo si es que no quiero llegar tarde a mi conferencia. ¿No viene usted?

   -¡Claro que sí! -exclamó el sr. Tompkins.


   El gran auditorio estaba, como siempre, atestado de estudiantes, y el sr. Tompkins pudo tenerse por afortunado cuando halló donde sentarse en un escalón.

domingo, 11 de agosto de 2013

Hasta nunca.

   Que el fuego haga mella en mi mente, para que los recuerdos se hagan cenizas y se los lleve el viento.

























    Y al fin, después de casi dos años detrás de una persona, me he dado cuenta de que nunca me mereció. De que fue egoísta y echó por la borda una relación de nueve meses por una chica que acababa de conocer.
    Que me mintió, me daba falsas ilusiones y ha demostrado que en ningún momento mereció mi confianza.

    Combiértete en ceniza, y desaparece de mi vista.
    Para siempre.



jueves, 8 de agosto de 2013

Igualdad o discriminación: ¿cuál es más ético?

   Tengo la suerte de que a mi padre le encanta un programa de Telecinco llamado "El juicio justo" o algo así. El programa me parece pésimo, simplemente es gente prototipo -el moralista, el machista, la feminazi, la que nunca está de acuerdo con nada, el viejo de mente retrógada...- y los temas son aún peores. Ayer mismo -ojo que esto es en horario infantil- hablaban de que si un hombre con una academia de inglés debía tener o no 20 alumnas que ejercían la prostitución. A él le daba igual pero su mujer no se lo permitía. Hoy el tema ha sido de que han despedido a una madre soltera por no despedir a un discapacitado. Entonces, en estos dos temas he pensado: ¿dónde se quedó la igualdad?
   Porque, igualdad no es tú = yo, igualdad es que alguien no tenga privilegios o desventajas en x posición social. Bien, de acuerdo de que las personas discapacitadas necesitan ayuda porque a veces no pueden valerse por sí mismas pero ¿qué tiene que ver eso con que no despidan a unx y sí que echen a una madre con dos hijos que tenía más antigüedad? Ojo, que aquí se tienen que tener en cuenta muchos factores: horario laboral, sueldo, función, número de empleados que hagan esa función, antigüedad, calidad y rapidez del trabajo... pero de eso no han hablado en el programa, simplemente de que la tipa se quejaba porque la habían despedido a ella y no al descapacitado. Algunxs la llamaban cruel por quitarle a otro lo que ella quiere, otrxs le daban la razón diciendo que tienen dos bocas que alimentar... pero nadie tenía la razón -argumentada, más que nada-.
   Yo pienso que la mujer estaba en su derecho de pedir que se echase a la otra persona, puesto que todo el mundo debería de mirar por sí mismx en muchos aspectos cotidianos, pero también comprendo la postura de, en este caso, su jefa, ya que ella recibe unos privilegios por tener a ese chaval trabajando con discapacidad -sí, es egoísmo, pero la cuestión aquí es salvarse-. Yo creo que la jefa está en su derecho de hacer lo que le sale del nabo, porque por ello es la jefa. Pero la mujer también está en derecho de defenderse, ya que ha sido un despido injusto porque en los tiempos que corren es mejor tener a alguien útil al 100% -aunque las tareas sean muy básicas-, que tener a alguien de una discapacidad mayor al 35%, vamos, digo yo.

   En fin... la igualdad no es de verdad, al menos no en los tiempos que corren. Porque los debiamos ya que nos dejamos llevar por la moral y miramos el problema de una forma subjetiva. Por ejemplo, en la "violencia de género" -realmente eso no existe, en todo caso sería violencia de pareja, porque esx señorx no va por la calle maltratando a las personas del sexo opuesto, pero bueno, ese es otro tema-, ahora mismo la mujer siempre es la buena y la que se lo lleva todo, ningún hombre le puede tocar un pelo y ella es la que manda porque sino el hombre es un machista retrógado. Pues no, ni lo uno ni lo otro. Si yo digo una gilipollez como un castillo o insulto en una pelea a mi pareja, él está en su derecho de darme una hostia, igual que yo se la daría si la gilipollez la hubiese dicho él. Y esa hostia no es porque yo tenga vagina y él pene, no, es por la tontería que he/ha soltado. Igual que un hombre tiene que someterse si la mujer no quiere tener sexo o le pone pegas. Es una relación, y esas cosas se tienen que poner de acuerdo, no es un "si ella no quiere, pues nada, a pan y agua". ¡DEMOSTRAD QUE TENÉIS HUEVOS!

   Bueno, esta entrada se ha extendido lo suficiente.
   Más adelante trataré otros temás chachis guays desde el punto de vista de una adolescente. Hasta lué!

sábado, 3 de agosto de 2013

Princesa...

   Después de una noche de mierda, tenerte a ti para que me lamas toda la cara y me manches las gafas. Porque no me guardas rencor alguno de este tiempo que no he estado contigo sin saber porqué, tampoco por cuando hace unos años te tiraba de las orejas y las patas para que jugases conmigo -y, lo acababa consiguiendo- y tampoco por no hacerte caso y estar delante de un ordenador.
   Porque puede ser el peor día de mi vida pero al verte se me olvida todo y sólo quiero jugar contigo un rato y sacar mi lado más animal, mordiéndote y dejándome morder.

   Sé sólo te voy a tener unos años más y eso me apena, en parte. Pero también sé que llevo casi media vida contigo y te quiero muchísimo. Preciosa.


sábado, 27 de julio de 2013

¿Arte, tradición, o tortura? ¿Dos no luchan si uno no quiere, seguro?





Hola, me presento, soy negro,
¿qué más da mi nombre, llevo un número grabado a fuego.
Soy un esclavo, no importa lo que siento,
a la raza superior debo rendir mi último aliento.
Dicen que sirvo para una cosa y nada más, 

kilos y kilos de pura masa muscular;

¡mira qué genética tengo, soy un guerrero!, 

maldita mi suerte no me dan otra oportunidad.

Me alimentan y me tratan como un semental, 


dicen que es un honor que no me puedo quejar;


cuando son adultos se llevan a mis hermanos


y nunca regresan, yo sé bien a dónde van.

Matan a sus semejantes ¡qué puedo esperar!, 

matan por dinero, por celos, por gobernar, 

matan por un territorio, matan por matar, o por pura diversion.

Y ese sera mi signo; 


y que ironía que me llamen animal mis asesinos.

Nací para morir violentamente no hay otro camino;

voy a luchar aunque sea un duelo desigual, 

malditos sádicos, mi bravura es valor añadido. 



Yo, siento el dolor, oigo el clamor,
viva la plaza es arte español,
rojo el color, es ese olor,
el de mi sangre en la arena.



Me han soltado en una plaza, 

no tengo escapatoria. 
Me han puesto a un hombre en frente haciendo el paria, 
otros salen y clavan banderillas en mi espalda; 
y un tipo en un caballo hace más daño con su lanza. 
Una muchedumbre me abruma desde las gradas (ole) 
se recrean en mi agonía desesperada.
Se supone que son la especie evolucionada, 
no comprendo tanta tortura 
¡yo no he hecho nada!
Cuando sangro ellos jalean excitados,
yo jadeo estresado 
con los nervios desencajados; 
con la lengua a un palmo del suelo 
estoy agotado, agobiado, mareado por un trapo colorado. 
¿Crees que no siento nada, que mi dolor no es real; 
o te importa una mierda porque soy un animal?, 
sé que el tiempo se acaba 
y sé que no puedo escapar, 
por eso estoy asustado porque se acerca el final.
Para que gente con peinetas y abanicos se diviertan, 
ganaderos se hagan ricos a tu costa 
y que te vendan, que esto no es una barbarie, 
es cultura tradición. Es dinero, y por eso justificáis la aberración. 




Yo, siento el dolor, oigo el clamor,
viva la plaza es arte español,
rojo el color, es ese olor,
el de mi sangre en la arena.



Y se extrañan cuando vienen las cornadas, 

ya no tengo nada que perder, nada;
ahora sé dónde atacar y te voy a arrastrar 
en mi viaje el infierno la última parada. 
Voy a insertar tu torso en mis astas, 
como un tenedor en un boquerón hasta 
que mi cornamenta quede carmesí 
y que reine entre los tuyos el terror y el frenesí.
Tú querias lucirte con un toro bravo, 
pero ya no cortarás mas orejas ni más rabos;
saldrás en brazos de la plaza,
el último en oír el llanto de tu esposa 
y la sirena en la ambulancia.
Ésta ha sido la corrida de tu vida,
dejarás a tu familia desolada destruida. 
Sangre en la arena, nada en tus venas , 
huérfanos y penas, ésta es tu última faena. 
Y qué esperabas si jugabas con el fuego, 
acabaste dando vueltas de campana por el ruedo.
Quién puede negar que es un trágico final,
aunque algunos podéis elegir cuando pelear.




Yo, siento el dolor, oigo el clamor,
viva la plaza es arte español,
rojo el color, es ese olor,
el de mi sangre en la arena.





jueves, 25 de julio de 2013

Pequeñas cosas.

   Hola damiselos y caballeras, supongo que os habréis dado cuenta del cambio "radical" que ha tenido el blog. No, no es por nada en especial, sino porque he cambiado yo y a su vez debería de cambiar el blog también, puesto que no es nada más que yo, mis pensamientos y mis emociones hechos palabras.
   También tengo que disculparme por no dar lo prometido -segunda parte de Pantera y el final alternativo del caso "José Bretón"-, pero es que tengo demasiado tiempo libre. Sí, como lo oyes, demasiado. Como tengo demasiado lo desperdicio, pero ahora intentaré escribir en las madrugadas que es cuando más tranquila estoy y no tengo otra cosa mejor que hacer.

   Después de esa intro, vengo con la entrada: las pequeñas cosas, los pequeños detalles del día a día y en los pequeños gestos en los que sólo me fijo yo.
   Mis manos. Sí, mis manos. Últimamente no dejo de mirarme las manos, pero es porque me fascinan. Mis manos no son para nada femeninas, pero son delicadas y trabajan muy bien. No son bastas ni duras, es más, es una de las partes de mi cuerpo más suaves. Han sufrido mucho y rara es la vez que no tienen ninguna herida, tengo muchas cicatrices y las venas se me marcan muchísimo. Mis uñas no son nada del otro mundo, casi siempre las tengo sucias y rara es la vez que las tengo pintadas. Muchos me han dicho que tengo manos de chico, pero ¿es que eso tiene algo de malo? Yo no hago nada que sea femenino con las manos, sólo las enseño a trabajar y las domino; no me preocupo si se me parte una, dos o las diez uñas. Sencillamente, son mis manos, y me encantan porque sé que si algún día me parto algún dedo no se va a notar demasiado.
   Frases, miradas, textos, sonrisas... todas esas cosas que me dedica la gente y a veces sin querer, me hacen ser la persona más feliz del mundo. Aquí tengo que destacar a la persona que me está alegrando los días y que se ha quedado hasta las dos y media de la mañana conmigo: mi Lokura. Es él el que me dedica los mejores textos que me han hecho nunca, las sonrisas más sinceras que me han regalado y las miradas más dulces e hipnotizantes que he visto jamás. Sencillamente, él es el mejor detalle de mi vida que no dejaré escapar nunca.
   Cicatrices, heridas. Esas cosas... uf, me encantan. Sobretodo tenerlas. Ahora mismo tengo una herida en la rodilla que se me ha puesto muy chunca y he tenido que curármela varias veces en lo que va de día (no suelo curarme las heridas, porque entonces no me dejan cicatriz). Creo que nunca antes se me había infectado una herida de esa forma, pero bueno, ya se curará.

    Pero no todos los pequeños detalles son buenos... los desprecios que me hacen día a día también los noto, además de que me ignoren de forma demasiado descarada o lo que es peor: que me presten atención simplemente cuando a ellxs les conviene. Los ataques bajos hacia mi persona los tengo muy en cuenta exceptuando a dos o tres personas; no por nada, sino porque yo sé devolverlos en los mejores momentos. No se me olvida nada.


   PD: Quizás algunos os habréis dado cuenta, pero tengo otro blog más informal. No, no lo voy a publicar, a quien realmente le guste lo que hago ya se las apañará para encontrarlo. Además, a partir de ahora en este blog no pondré etiquetas. Me da demasiada pereza.

   Eso es todo. Espero poder tener ganas de escribir más amenudo y ¡por favor, inspiración, ven a mí! Muchos besos y esas cosas para lxs seguidorxs fieles, y...
AGUR!

viernes, 12 de julio de 2013

"...y todo vuelve a empezar..."

   En ese momento en el que te das cuenta que no aprecias lo que tienes simplemente porque te has acostumbrado a ello. Cuando te odias simplemente por ser siempre la misma. Cuando dejas de ver con los mismos ojos a todo lo que te rodea. Cuando vuelves a agobiarte cuando la gente deja de prestarte atención y sólo saber relajarte con la autolesión. Sencillamente, es ese momento en el que te das cuenta que necesitas autodestruirte para volver a valorar las cosas, volver a sentirte feliz al ver las sonrisas de lxs que más quieres, volver a ir queriéndote poco a poco y no lo contrario.
   Desear dejar de pensar en el bienestar de los demás aunque sea acosta del tuyo propio. Dejar de ahogarte en tus propios pensamientos simplemente para no molestar y joder a la gente que en su momento lo dio todo por ti. Desear discutir con todo el mundo, cambiar de aires, correr y perderte por las calles de una ciudad nueva. Meterte en lo más profundo del mar hasta no tocar el suelo y que la marea te arrastre hasta el final de todo.

   Sencillamente, desear volver a caer en el infierno en el que estuvistes meses atrás. ¿Por qué? No lo sabes, sencillamente lo ansias. Realmente no sabes lo que dices y deseas algo de lo que te vas a arrepentir, pero te da igual porque lo deseas y lo tendrás, como niña capricosa que eres.
   Probar cosas nuevas con las que te sientes mejor pero a la vez te arrepientes pensando en qué dirían ellxs si supiesen lo que acabas de hacer.

   Estás recayendo, y lo sabes, pero ¿quieres parar? Si no es así, ¿realmente quieres volver a entrar en un infierno? ¿Deseas no dormir por insomnio y cuando lo haces tener pesadillas día sí y día también? ¿No pensar en otra cosa que en llorar? ¿Causar el malestar psíquico de las personas a las que quieres por mera preocupación -aunque realmente no tienen ni idea de nada-?
   Allá tú, pero no creas que yo voy a ayudarte.

jueves, 11 de julio de 2013

Blanca.

   Esta mañana me ha llegado una pregunta a ask que era -la pondré sin faltas de ortografía-: "¿qué significó (o significa) para ti Blanca?", a lo que yo iba a contestar pero mi pereza me ha podido. Aunque eso me ha servido para darle vueltas todo el día y recordar cada momento, cada sentimiento y todo lo que he vivido. Habrán sido... ¿seis? ¿siete? Ocho meses como mucho, sabiendo de su existencia.
   Querido anónimo, si no te molesta, usaré tu pregunta para sacar a la luz todo lo que un día sentí por Blanca Aledo:

   En el verano de 2012 me metí en el tuenti de mi mejor amigo, no por nada, sino por aburrimiento. Se conectó una chica que se llamaba "Blanca", y le salió en recientes. Empecé a hablar con ella y me resultó muy agradable y simpática, por lo que la agregué al mío. El primer día hablamos, pero ya no más. No sé por qué pero no la echaba de menos -tonta de mí, lo que me estaba perdiendo-.
   Un mal día ella vio una videorrespuesta mía en ask en la que me cortaba. En anónimo -yo no sabía quién era, hasta que me lo confesó- me animó mucho. Recuerdo muy bien una frase "deja de hacerlo, un día que no te des cuenta te pueden pillar tus padres y querrán llevarte a un psicólogo. Créeme, contarle lo que sientes a un desconocido no es algo muy agradable". Desde ese día empezamos a hablar más y más, casi todos los días. Nos agregamos a Skype. Cada vez que me contaba algo de ella me encantaba más... y más... poco a poco me hechizaba sin darse cuenta. Hablábamos de tantas cosas tan diferentes al día...
   Un día, hablando del Salón del Manga de Jerez, le dije "de broma" que si iba, le importaría besarse conmigo. Se incomodó y me dijo "María... que soy hetero, eh" y yo le contesté "no, si ya. Era broma". Me respondió con un "pero si cuela cuela, ¿eh?" que me hizo sonreír mucho. Poco tiempo después, le dije por primera vez "te quiero". Me contestó con un simple "y yo a ti también", que me hizo la persona más feliz del mundo.
   Llegó el momento en el que yo sabía completamente que estaba colada por ella. Cuando me saludaba se me ponía una risa tonta en la cara que duraba hasta que me decía adiós. Cuando me mandaba una foto que encontraba por Internet y yo me la imaginaba sonriendo. Cuando hacíamos videollamada y la veía. Era -y es- tan preciosa... tenía una sonrisa que me alegraba el día sólo con verla. Sus manos también eran muy femeninas y me volvían loca. Y su cuerpo, su precioso cuerpo...
   Cuando estaba con ella me sentía realmente bien. Y quería que ella también estuviese feliz. Bueno, eso realmente no: yo quería hacerla feliz. Yo quería ser la que la abrazase y le dijese "yo estoy contigo y nada ni nadie te hará daño", yo quería ser la que le diese las buenas noches todos los días, yo quería ser la dueña de sus labios, de sus miradas, de su sonrisa... yo quería estar con ella en todo, y le daría todo el cariño que nadie le supo dar. Yo la querría como nadie la ha querido antes. La protegería de todo mal, le partiría las piernas al primero (o a la primera) que se atreviese a decirle lo más mínimo, le daría la mano para cruzar la calle y que no le pudiese pasar nada. La trataría como se merece que la traten. Yo la quería.
   Seguíamos hablando, y yo cada día buscaba la manera para decirle lo que realmente sentía, aunque realmente no quería. Entre nosotras había distancia, por ahora, insalvable... y yo prefería sufrir sola que verla a ella mal porque no la puedo acariciar.
   Pasaban los días y yo seguía encoñadita de ella... hasta que llegó el señor Lokillo. Él revolucionó mi mente, y a mí completamente. Él me hizo desengancharme de la droga que era aquella mujer.
   Aunque actualmente sé que si hubiese tenido la oportunidad de salir con ella, me hubiese enamorado perdidamente. Es maravillosa, y me lo sigue pareciendo. Es una de las mejores amigas que tengo, y no la dejaré escapar. La cuidaré como mi pequeño tesoro que es, y esperaré el día hasta poder abrazarla y decirle que la quiero un montón.

   Y eso es casi todo lo que he sentido por ella en este tiempo. No todo, algunas sensaciones, como la que me transmitía el sonido de su risa, cuando me tocaba el piano, cuando "perdía" su tiempo conmigo... son indescriptibles y me las quiero guardar sólo para mí.
   Ahora no la quiero del mismo modo, pero la quiero. Mucho. Y si alguien se atreve a hacerle algo le partiré las piernas.

jueves, 4 de julio de 2013

Palabras bonitas en el momento justo.

"...Pero la belleza de una mirada no se encuentra en la estética de los ojos, sino en el sentimiento que representa. Por tanto, por muy hermosos que se vean tus ojos después de llorar, te veré, siempre, más hermosa cuando sonrías."
- Mi mejor amiga, mi confidente, mi hermana pequeña, mi luz. Mi vida.