jueves, 11 de julio de 2013

Blanca.

   Esta mañana me ha llegado una pregunta a ask que era -la pondré sin faltas de ortografía-: "¿qué significó (o significa) para ti Blanca?", a lo que yo iba a contestar pero mi pereza me ha podido. Aunque eso me ha servido para darle vueltas todo el día y recordar cada momento, cada sentimiento y todo lo que he vivido. Habrán sido... ¿seis? ¿siete? Ocho meses como mucho, sabiendo de su existencia.
   Querido anónimo, si no te molesta, usaré tu pregunta para sacar a la luz todo lo que un día sentí por Blanca Aledo:

   En el verano de 2012 me metí en el tuenti de mi mejor amigo, no por nada, sino por aburrimiento. Se conectó una chica que se llamaba "Blanca", y le salió en recientes. Empecé a hablar con ella y me resultó muy agradable y simpática, por lo que la agregué al mío. El primer día hablamos, pero ya no más. No sé por qué pero no la echaba de menos -tonta de mí, lo que me estaba perdiendo-.
   Un mal día ella vio una videorrespuesta mía en ask en la que me cortaba. En anónimo -yo no sabía quién era, hasta que me lo confesó- me animó mucho. Recuerdo muy bien una frase "deja de hacerlo, un día que no te des cuenta te pueden pillar tus padres y querrán llevarte a un psicólogo. Créeme, contarle lo que sientes a un desconocido no es algo muy agradable". Desde ese día empezamos a hablar más y más, casi todos los días. Nos agregamos a Skype. Cada vez que me contaba algo de ella me encantaba más... y más... poco a poco me hechizaba sin darse cuenta. Hablábamos de tantas cosas tan diferentes al día...
   Un día, hablando del Salón del Manga de Jerez, le dije "de broma" que si iba, le importaría besarse conmigo. Se incomodó y me dijo "María... que soy hetero, eh" y yo le contesté "no, si ya. Era broma". Me respondió con un "pero si cuela cuela, ¿eh?" que me hizo sonreír mucho. Poco tiempo después, le dije por primera vez "te quiero". Me contestó con un simple "y yo a ti también", que me hizo la persona más feliz del mundo.
   Llegó el momento en el que yo sabía completamente que estaba colada por ella. Cuando me saludaba se me ponía una risa tonta en la cara que duraba hasta que me decía adiós. Cuando me mandaba una foto que encontraba por Internet y yo me la imaginaba sonriendo. Cuando hacíamos videollamada y la veía. Era -y es- tan preciosa... tenía una sonrisa que me alegraba el día sólo con verla. Sus manos también eran muy femeninas y me volvían loca. Y su cuerpo, su precioso cuerpo...
   Cuando estaba con ella me sentía realmente bien. Y quería que ella también estuviese feliz. Bueno, eso realmente no: yo quería hacerla feliz. Yo quería ser la que la abrazase y le dijese "yo estoy contigo y nada ni nadie te hará daño", yo quería ser la que le diese las buenas noches todos los días, yo quería ser la dueña de sus labios, de sus miradas, de su sonrisa... yo quería estar con ella en todo, y le daría todo el cariño que nadie le supo dar. Yo la querría como nadie la ha querido antes. La protegería de todo mal, le partiría las piernas al primero (o a la primera) que se atreviese a decirle lo más mínimo, le daría la mano para cruzar la calle y que no le pudiese pasar nada. La trataría como se merece que la traten. Yo la quería.
   Seguíamos hablando, y yo cada día buscaba la manera para decirle lo que realmente sentía, aunque realmente no quería. Entre nosotras había distancia, por ahora, insalvable... y yo prefería sufrir sola que verla a ella mal porque no la puedo acariciar.
   Pasaban los días y yo seguía encoñadita de ella... hasta que llegó el señor Lokillo. Él revolucionó mi mente, y a mí completamente. Él me hizo desengancharme de la droga que era aquella mujer.
   Aunque actualmente sé que si hubiese tenido la oportunidad de salir con ella, me hubiese enamorado perdidamente. Es maravillosa, y me lo sigue pareciendo. Es una de las mejores amigas que tengo, y no la dejaré escapar. La cuidaré como mi pequeño tesoro que es, y esperaré el día hasta poder abrazarla y decirle que la quiero un montón.

   Y eso es casi todo lo que he sentido por ella en este tiempo. No todo, algunas sensaciones, como la que me transmitía el sonido de su risa, cuando me tocaba el piano, cuando "perdía" su tiempo conmigo... son indescriptibles y me las quiero guardar sólo para mí.
   Ahora no la quiero del mismo modo, pero la quiero. Mucho. Y si alguien se atreve a hacerle algo le partiré las piernas.

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