martes, 27 de agosto de 2013
"El breviario del señor Tompkins" - George Gamow
El sr. Tompkins volvía a su casa un día, muy cansado después de la larga jornada de trabajo en el banco, que estaba realizando un catastro. Al pasar por una taberna, decidió detenerse a tomar un vaso de cerveza. Al vaso siguieron otros, hasta que el sr. Tompkins empezó a sentirse mareado. Había al fondo una sala de billar, llena de hombres de mangas de camisa que jugaban en la mesa central.
Recordó vagamente haber estado antes en el lugar, al que uno de sus compañeros de oficina lo había llevado para enseñarle a jugar. Se acercó a la mesa y empezó a mirar la partida. ¡Pero sucedía algo muy extraño! Un jugador puso una bola en la mesa y le dio con el taco. Al verla rodar, el sr. Tompkins advirtió con gran sorpresa que la bola empezaba a "desplazarse". No podía describir con otra palabra el extraño comportamiento de la bola, la cual, mientras recorría el tapete verde, se veía cada vez mas desleída, y perdía sus límites claros. Parecía que no era una sola bola la que rodaba por la mesa, sino muchas, que se penetraban parcialmente entre si. El sr. Tompkins había observado fenómenos análogos en otras ocasiones, pero ahora solo había tomado algo de cerveza y no veía la razón de que se le presentasen tan pronto.
-Bueno -pensó-, vamos a ver como choca esa bola pastosa con otra.
El jugador que golpeó la bola era evidentemente un experto, pues esta choco de frente con otra, con la mayor precisión. Sonó un golpe seco y tanto la bola incidente como la golpeada (el sr. Tompkins no podía decidir con certeza cual era cual) se dispersaron "en todas direcciones". Era extraordinario en efecto: no se trataba ya de dos bolas, de aspecto más o menos difuminado, sino que se diría que una multitud de ellas -todas muy vagas y confusas- se desplegaban en un ángulo de 180 grados en torno a la dirección del impacto original. Parecía una onda peculiar que partiese del punto de la colisión.
El sr. Tompkins notó, sin embargo, que por donde corrían más bolas era en la dirección del impacto.
Dispersión de la onda S -dijo una voz familiar detrás de él, y el sr. Tompkins reconoció al profesor.
-Así es -respondió el profesor-. ...lo que está usted observando es en realidad un fenómeno mecánico cuántico.
-¡Ah, las matrices! -insinuó el sr. Tompkins con sorna.
-O, mejor, la incertidumbre del movimiento -replicó el profesor-. El propietario de este billar ha reunido aquí varios objetos que padecen, valga la expresión, de "elefantiasis cuántica". Es claro que todos los cuerpos del universo están sometidos a leyes cuánticas, pero la llamada constante cuántica, que gobierna semejantes fenómenos, es muy pequeña: tiene nada menos que 27 ceros después del punto decimal. Pero para estas bolas, sin embargo, la constante es muchísimo mayor, próxima a la unidad; así puede usted contemplar fenómenos que la ciencia solo consiguió descubrir aplicando métodos de observación muy sensibles y rebuscados -al llegar a este punto el profesor se quedo unos instantes reflexionando.
-No es mi intención criticar -siguió diciendo-, pero quisiera saber de donde salieron estas bolas. Estrictamente hablando, no pueden existir en nuestro mundo, por que todos los cuerpos comprendidos en él poseen la misma constante cuántica muy pequeña.
-A lo mejor las trajeron de otro mundo -propuso el sr. Tompkins. Pero el profesor no quedó conforme y siguió con aire suspicaz.
-Habrá notado usted -prosiguió- que las bolas "se despliegan". O sea que su posición sobre la mesa no es del todo definida. En realidad, es imposible señalar exactamente la posición de una bola: lo más que puede decirse es que determinada bola está "aquí en su mayor parte" y "el resto en otros lugares".
-Lo cual es extrañísimo -murmuró el sr. Tompkins.
-Por el contrario -insistió el profesor-, es de lo más natural, puesto que lo mismo sucede en todo momento a cualquier cuerpo material. Lo que pasa es que, a causa del pequeño valor de la constante cuántica y la tosquedad de los métodos de observación, la gente no advierte la incertidumbre, lo cual lleva a la errónea conclusión de que la velocidad y la posición son magnitudes definidas. En realidad, ambas son indefinidas hasta cierto punto, y al definir una con precisión creciente, la otra se "dispersa" cada vez más, haciéndose mas incierta. Precisamente es la constante cuántica la que gobierna la relación entre estas dos incertidumbres. Mire usted: voy a poner límites a la posición de esta bola, encerrándola en un triángulo de madera.
En cuanto la bola quedó encerrada, la superficie interior del triángulo se lleno enteramente con el lustre del marfil.
-¡Vea! -dijo el profesor-. Definí la posición de la bola limitándola a las dimensiones del triángulo, sólo unos cuantos centímetros. Y esa conduce a una considerable incertidumbre en la velocidad. La bola se está moviendo muy de prisa dentro del triángulo.
-¿Es posible detenerla? -preguntó el sr. Tompkins.
-No. Sería físicamente imposible. Cualquier cuerpo en un espacio limitado posee cierto movimiento: el "movimiento del punto cero", como decimos los físicos. Es el caso, por ejemplo, del movimiento de los electrones en cualquier átomo.
El sr. Tompkins contemplaba agitarse la bola en su encierro, como un tigre enjaulado, cuando sucedió algo inesperado: la bola se "escapó" a través de la pared del triángulo, y un instante después corría hacia la esquina opuesta de la mesa. Lo raro del caso es que no saltó sobre la pared de madera, sino que la atravesó, sin levantarse de la mesa.
-Ahí tiene -dijo el sr.Tompkins-. Su "movimiento del punto cero" se ha escapado. ¿También está eso en las reglas?
-No faltaría más. Se trata, es verdad, de una de las consecuencias más interesantes de la teoría cuántica. Es imposible mantener un objeto encerrado mientras tenga energía suficiente para correr después de atravesar la pared. Siempre acabara por "escaparse".
-Entonces no volveré jamás al zoológico -dijo el sr. Tompkins con decisión, mientras su vivida imaginación le presentaba un cuadro aterrador de tigres y leones "cruzando" las paredes de sus jaulas. Y en seguida sus pensamientos tomaron otro rumbo: se imagino un coche, perfectamente resguardado en un garaje, saliendo por la pared, como un viejo fantasma medieval.
-¿Cuánto tiempo tendría que esperar para que un coche de acero ordinario (no de la materia de estas bolas) "atravesara", digamos, la pared de un garaje de ladrillo? -pregunto al profesor-. ¡Me encantaría verlo!
El profesor hizo algunos rápidos cálculos mentales y respondió al fin:
-Aproximadamente harían falta digamos unos 1.000.000.000.000.000 de años.
El sr. Tompkins estaba acostumbrado a las grandes cifras de las cuentas bancarias, pero perdió el número de ceros mencionados por el profesor. En cualquier caso, bastaban para no tener que preocuparse por la huida del coche.
-Supongamos que me creo todo lo que usted dice. No puedo concebir, sin embargo, cómo podrían observarse estas cosas sin las bolas que tenemos aquí.
-Objeción muy razonable- admitió el profesor-. No he tenido la intención de decir que los fenómenos cuánticos pudieran observarse en los grandes objetos que manejamos en la vida ordinaria. Lo que pasa es que los efectos de las leyes cuánticas son mucho más apreciables en las masas diminutas, como los átomos y electrones. En estas partículas los efectos cuánticos son tan importantes, que la mecánica corriente resulta del todo inaplicable. La colisión entre dos átomos se parece muchísimo al choque de las bolas que vimos hace un momento, y el movimiento de los electrones de un átomo corresponde de cerca al "movimiento del punto cero" que mostraba la bola de billar cuando la encerré en el triángulo de madera.
-¿Y los átomos escapan del garaje muy a menudo?
-Sí, por cierto. Indudablemente usted habrá oído hablar de los cuerpos radiactivos, cuyos átomos se desintegran espontáneamente, emitiendo partículas velocísimas. Un átomo así, o mejor dicho, su parte central, el núcleo, es análogo a un garaje lleno de coches, o sea partículas. Y esas partículas escapan atravesando las paredes del núcleo; a veces no están dentro ni un segundo. ¡En semejantes núcleos los fenómenos cuánticos están verdaderamente a la orden del día!
El sr. Tompkins, cansado de esta larga exposición, miraba distraídamente a su alrededor. Un gran reloj colocado en un rincón atrajo su atención. El largo y anticuado péndulo oscilaba sosegadamente de izquierda a derecha.
-Veo que le interesa el reloj -intervino el profesor-. Es otro mecanismo no del todo corriente, pero hoy en día esta pasado de moda. Este reloj da una idea de como se describían al principio los fenómenos cuánticos. El péndulo esta dispuesto de tal forma que su amplitud sólo puede recibir incrementos finitos. Pero actualmente todos los relojeros prefieren los péndulos patentados, de despliegue.
-Como me gustaría entender estas cosas tan complicadas -suspiró el sr. Tompkins.
-Muy bien -repuso el profesor- yo entré en esta taberna por que lo vi a usted por la ventana cuando me dirigía a dictar mi conferencia sobre la teoría cuántica. Ya no puedo quedarme más tiempo si es que no quiero llegar tarde a mi conferencia. ¿No viene usted?
-¡Claro que sí! -exclamó el sr. Tompkins.
El gran auditorio estaba, como siempre, atestado de estudiantes, y el sr. Tompkins pudo tenerse por afortunado cuando halló donde sentarse en un escalón.
domingo, 25 de agosto de 2013
domingo, 11 de agosto de 2013
Hasta nunca.
Que el fuego haga mella en mi mente, para que los recuerdos se hagan cenizas y se los lleve el viento.
Y al fin, después de casi dos años detrás de una persona, me he dado cuenta de que nunca me mereció. De que fue egoísta y echó por la borda una relación de nueve meses por una chica que acababa de conocer.
Que me mintió, me daba falsas ilusiones y ha demostrado que en ningún momento mereció mi confianza.
Combiértete en ceniza, y desaparece de mi vista.
Para siempre.
Y al fin, después de casi dos años detrás de una persona, me he dado cuenta de que nunca me mereció. De que fue egoísta y echó por la borda una relación de nueve meses por una chica que acababa de conocer.
Que me mintió, me daba falsas ilusiones y ha demostrado que en ningún momento mereció mi confianza.
Combiértete en ceniza, y desaparece de mi vista.
Para siempre.
jueves, 8 de agosto de 2013
Igualdad o discriminación: ¿cuál es más ético?
Tengo la suerte de que a mi padre le encanta un programa de Telecinco llamado "El juicio justo" o algo así. El programa me parece pésimo, simplemente es gente prototipo -el moralista, el machista, la feminazi, la que nunca está de acuerdo con nada, el viejo de mente retrógada...- y los temas son aún peores. Ayer mismo -ojo que esto es en horario infantil- hablaban de que si un hombre con una academia de inglés debía tener o no 20 alumnas que ejercían la prostitución. A él le daba igual pero su mujer no se lo permitía. Hoy el tema ha sido de que han despedido a una madre soltera por no despedir a un discapacitado. Entonces, en estos dos temas he pensado: ¿dónde se quedó la igualdad?
Porque, igualdad no es tú = yo, igualdad es que alguien no tenga privilegios o desventajas en x posición social. Bien, de acuerdo de que las personas discapacitadas necesitan ayuda porque a veces no pueden valerse por sí mismas pero ¿qué tiene que ver eso con que no despidan a unx y sí que echen a una madre con dos hijos que tenía más antigüedad? Ojo, que aquí se tienen que tener en cuenta muchos factores: horario laboral, sueldo, función, número de empleados que hagan esa función, antigüedad, calidad y rapidez del trabajo... pero de eso no han hablado en el programa, simplemente de que la tipa se quejaba porque la habían despedido a ella y no al descapacitado. Algunxs la llamaban cruel por quitarle a otro lo que ella quiere, otrxs le daban la razón diciendo que tienen dos bocas que alimentar... pero nadie tenía la razón -argumentada, más que nada-.
Yo pienso que la mujer estaba en su derecho de pedir que se echase a la otra persona, puesto que todo el mundo debería de mirar por sí mismx en muchos aspectos cotidianos, pero también comprendo la postura de, en este caso, su jefa, ya que ella recibe unos privilegios por tener a ese chaval trabajando con discapacidad -sí, es egoísmo, pero la cuestión aquí es salvarse-. Yo creo que la jefa está en su derecho de hacer lo que le sale del nabo, porque por ello es la jefa. Pero la mujer también está en derecho de defenderse, ya que ha sido un despido injusto porque en los tiempos que corren es mejor tener a alguien útil al 100% -aunque las tareas sean muy básicas-, que tener a alguien de una discapacidad mayor al 35%, vamos, digo yo.
En fin... la igualdad no es de verdad, al menos no en los tiempos que corren. Porque los debiamos ya que nos dejamos llevar por la moral y miramos el problema de una forma subjetiva. Por ejemplo, en la "violencia de género" -realmente eso no existe, en todo caso sería violencia de pareja, porque esx señorx no va por la calle maltratando a las personas del sexo opuesto, pero bueno, ese es otro tema-, ahora mismo la mujer siempre es la buena y la que se lo lleva todo, ningún hombre le puede tocar un pelo y ella es la que manda porque sino el hombre es un machista retrógado. Pues no, ni lo uno ni lo otro. Si yo digo una gilipollez como un castillo o insulto en una pelea a mi pareja, él está en su derecho de darme una hostia, igual que yo se la daría si la gilipollez la hubiese dicho él. Y esa hostia no es porque yo tenga vagina y él pene, no, es por la tontería que he/ha soltado. Igual que un hombre tiene que someterse si la mujer no quiere tener sexo o le pone pegas. Es una relación, y esas cosas se tienen que poner de acuerdo, no es un "si ella no quiere, pues nada, a pan y agua". ¡DEMOSTRAD QUE TENÉIS HUEVOS!
Bueno, esta entrada se ha extendido lo suficiente.
Más adelante trataré otros temás chachis guays desde el punto de vista de una adolescente. Hasta lué!
Porque, igualdad no es tú = yo, igualdad es que alguien no tenga privilegios o desventajas en x posición social. Bien, de acuerdo de que las personas discapacitadas necesitan ayuda porque a veces no pueden valerse por sí mismas pero ¿qué tiene que ver eso con que no despidan a unx y sí que echen a una madre con dos hijos que tenía más antigüedad? Ojo, que aquí se tienen que tener en cuenta muchos factores: horario laboral, sueldo, función, número de empleados que hagan esa función, antigüedad, calidad y rapidez del trabajo... pero de eso no han hablado en el programa, simplemente de que la tipa se quejaba porque la habían despedido a ella y no al descapacitado. Algunxs la llamaban cruel por quitarle a otro lo que ella quiere, otrxs le daban la razón diciendo que tienen dos bocas que alimentar... pero nadie tenía la razón -argumentada, más que nada-.
Yo pienso que la mujer estaba en su derecho de pedir que se echase a la otra persona, puesto que todo el mundo debería de mirar por sí mismx en muchos aspectos cotidianos, pero también comprendo la postura de, en este caso, su jefa, ya que ella recibe unos privilegios por tener a ese chaval trabajando con discapacidad -sí, es egoísmo, pero la cuestión aquí es salvarse-. Yo creo que la jefa está en su derecho de hacer lo que le sale del nabo, porque por ello es la jefa. Pero la mujer también está en derecho de defenderse, ya que ha sido un despido injusto porque en los tiempos que corren es mejor tener a alguien útil al 100% -aunque las tareas sean muy básicas-, que tener a alguien de una discapacidad mayor al 35%, vamos, digo yo.
En fin... la igualdad no es de verdad, al menos no en los tiempos que corren. Porque los debiamos ya que nos dejamos llevar por la moral y miramos el problema de una forma subjetiva. Por ejemplo, en la "violencia de género" -realmente eso no existe, en todo caso sería violencia de pareja, porque esx señorx no va por la calle maltratando a las personas del sexo opuesto, pero bueno, ese es otro tema-, ahora mismo la mujer siempre es la buena y la que se lo lleva todo, ningún hombre le puede tocar un pelo y ella es la que manda porque sino el hombre es un machista retrógado. Pues no, ni lo uno ni lo otro. Si yo digo una gilipollez como un castillo o insulto en una pelea a mi pareja, él está en su derecho de darme una hostia, igual que yo se la daría si la gilipollez la hubiese dicho él. Y esa hostia no es porque yo tenga vagina y él pene, no, es por la tontería que he/ha soltado. Igual que un hombre tiene que someterse si la mujer no quiere tener sexo o le pone pegas. Es una relación, y esas cosas se tienen que poner de acuerdo, no es un "si ella no quiere, pues nada, a pan y agua". ¡DEMOSTRAD QUE TENÉIS HUEVOS!
Bueno, esta entrada se ha extendido lo suficiente.
Más adelante trataré otros temás chachis guays desde el punto de vista de una adolescente. Hasta lué!
sábado, 3 de agosto de 2013
Princesa...
Después de una noche de mierda, tenerte a ti para que me lamas toda la cara y me manches las gafas. Porque no me guardas rencor alguno de este tiempo que no he estado contigo sin saber porqué, tampoco por cuando hace unos años te tiraba de las orejas y las patas para que jugases conmigo -y, lo acababa consiguiendo- y tampoco por no hacerte caso y estar delante de un ordenador.
Porque puede ser el peor día de mi vida pero al verte se me olvida todo y sólo quiero jugar contigo un rato y sacar mi lado más animal, mordiéndote y dejándome morder.
Sé sólo te voy a tener unos años más y eso me apena, en parte. Pero también sé que llevo casi media vida contigo y te quiero muchísimo. Preciosa.
Porque puede ser el peor día de mi vida pero al verte se me olvida todo y sólo quiero jugar contigo un rato y sacar mi lado más animal, mordiéndote y dejándome morder.
Sé sólo te voy a tener unos años más y eso me apena, en parte. Pero también sé que llevo casi media vida contigo y te quiero muchísimo. Preciosa.
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